viernes, 15 de junio de 2012

Errores Ortográficos

  La ortografía es como una carta de presentación. Al escribir una carta, te estás mostrando, estás contando acerca de tu formación, acerca de tu empeño, acerca de tu dedicación. Acerca de tus ganas de progresar, acerca de cuánto te acompañó tu madre en la escuela. Acerca de qué valor le das a la estética y a la correcta expresión.




  Y sin embargo, hay mucha gente que de ortografía sólo tiene las cuatro primeras letras de esa palabra. Triste, pero es así. Y sucede en todos los ámbitos: En el colegio, en tu grupo de amistades, en la facultad, en la calle. En todos lados. Es inevitable encontrar un error en grandes carteles de publicidad, o en la televisión  misma. Es absurdo como parece que las personas tratan de quedar mal a toda costa.
  No me malinterpreten; hay cosas que son difíciles de saber. Osea, una cosa es escribir mal entre mas y más, o entre donde-dónde. Son cosas más entendibles. 

  Pero cuando pasa a mayores, cuando los errores son entre a ver y haber, o entre ahí y hay, por ejemplo... ya se torna directamente insoportable. Es como mirar directamente a un cadáver, mientras hueles su cuerpo totalmente putrefacto, y hasta puedes escuchar a los gusanos regocijarse de su alimento y su nido... haciendo una comparación en donde aún sale beneficiado el horrendo escritor.
  Y eso es escribir en mayúsculas para no ponerle acento. Esto sí puede matarme. ¿Quién inventó esa estupidez? ¡Por el amor de Lucifer! La copia de este fraude está más distribuido que la historia de que Marconi inventó la radio. A los giles que inventan estas boludeces, habría que atarles los pies con las manos y hacerlos girar desde la cima del Kilimanjaro. Y un par de veces, para asegurarse de que entendieron la lección.

  Una carta bien escrita, es como una sinfonía de letras, o una coreografía de palabras: todas en orden y pulcritud, esperando el momento oportuno para salir al escenario y aportar su grano de belleza, que hace al conjunto algo único, algo especial. Escribir es algo común, y casi todo el mundo lo hace. Pero esto no significa que debamos de prostituirlo y dejarlo caer al nivel del reggaetón o la cumbia villera. Todavía no. Todavía podemos evitarlo, y debemos de contribuir todos.


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